lunes, 10 de enero de 2011

PERROS CON MUCHA LETRA

Vicente Aleixandre y su perro Sirio

Vicente Aleixandre con otro de sus perros


Niebla , el perro de Neruda y Alberti

Desde la Odisea de Homero hasta la literatura actual los perros hemos sido un elemento principal e incluso protagonista. Incluso hay perros con pedigree literario como es el caso de Remo , el perro de Ortega y Gasset al que Unamuno dedica un poema en su "Elegía a la muerte de un perro", Sirio de Vicente Aleixandre, al que dedicaron versos su dueño, Claudio Rodríguez y Carlos Bousoño, Atila de Antonio Cillera Ulecia, Flush, el perro de la escritora inglesa Elizabeth Barret y al que Virginia Woolf hizo figurar en sus novelas y uno de los más famosos, Niebla, el perro de raza pastor alemán que Pablo Neruda le regala Alberti cuando se va de España.


"Niebla", tú no comprendes: lo cantan tus orejas
el tabaco inocente, tonto, de tu mirada
los largos resplandores que por el monte dejas
al saltar, rayo tierno de brizna despeinada
Miras esos perros turbios, huérfanos, reservados
que de improviso surgen de las grises neblinas
arrastrar en sus tímidos pasos desorientados
todo el terror reciente de su casa en ruinas
A pesar de esos coches, fugaces sin cortejo
que transportan la muerte en un cajón desnudo
de ese niño que observa lo mismo que un festejo
la batalla en el aire, que asesinarle pudo
A pesar del mejor amigo perdido,
de mi más tristísima familia que no entiende
lo que yo más quisiera que hubiera comprendido
y a pesar del amigo que deserta y nos vende
" Niebla", mi camarada
aunque tú no lo sabes,nos queda todavía
en medio de esta heroica pena bombardeada
la fe que es, alegría, alegría, alegría
A Niebla, mi perro (Rafael Alberti)

¿Dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿No hay otro mundo.
dónde revivas tú , mi pobre bestia
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?

Elegía a la muerte de un perro (Unamuno, dedicado a Remo, el perro de Ortega y Gasset)

Tus grandes ojos me interrogan, son

como los míos, vagamente humanos

me devuelven el gesto

de una mirada cómplice, y no hay

muerte ni angustia, ni dolor, tan solo

el puro discurrir de la mañana

A mi perro Yeltsin (Jenaro Talens)








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